En tiempos de elecciones en México las ofertas de los candidatos son más que ilusas, los candidatos son menos que lo mínimo que esperamos, los partidos hacen hasta lo imposible por amarrar votos.
Ante éstas circunstancias una gran cantidad de personas han manifestado que anular el voto es una posibilidad para ellos. Votar o anular? esa es la cuestión.
No decidir es también una decisión, y una que a la larga sale bastante cara. Porque algunos cuantos enojados con la política en México han decidido anular su voto, y aclaro, tienen toda la razón para estar enojados, yo también estoy enojada con la corrupción y las falsas promesas, y puede sonar muy valiente y tentador ir a las casillas y anular el voto para demostrar cuán enojados estamos con el gobierno y que en nuestra opinión ninguna de las opciones de candidatos es buena. El problema es que con eso corremos el riesgo de que ganen los candidatos que definitivamente no queremos y sus seguidores no dudarán en votar por ellos.
Estamos muy lejos de vivir una democracia real en México, pero por lo menos podemos ir construyendo el camino inteligentemente, con participación y vigilancia ciudadana. Anular el voto es una opción, lo que podríamos ganar de eso únicamente es demostrar nuestro punto y hacerles saber a los partidos que no hay opciones, pero con esto estamos cediendo lugar a que ganen los candidatos que menos queremos. Es momento de hacer algo, aunque implique votar por el “menos peor” dejemos a un lado el enojo y la inconformidad para pensar claro y actuar.
Los que quieran anular su voto, háganlo, pero piensen en esto porque después no se vale quejarse.
Así se habla! Cada voto anulado es la muestra de la nulidad de la conciencia sobre el futuro.